"Los lugares son sólo lo
que ponemos en ellos. Los deseos, expectativas o vivencias volcados en el aire
es lo único que los hace especiales. Durante la adolescencia íbamos siempre a
los mismos sitios los fines de semana: los mismos bares, las mismas discotecas.
Siempre creí que eran los locales los que decidían el signo de una noche.
Cuando cerraron Jácara, mi mejor amiga y yo nos desesperamos porque nos habían
arrebatado el único lugar del mundo en el que pensábamos que podían suceder las
cosas que más deseábamos. Al viernes siguiente hacíamos cola en Pachá y, aunque
echábamos de menos más canciones españolas, pronto nos acostumbramos a escuchar
la banda sonora de nuestras emociones en inglés y a apurar los besos bajo los
compases de Purple Rain. Al año siguiente ella cambió de
colegio y yo no volví a Pachá. Y tampoco pasó nada."